lunes, 2 de febrero de 2009

El “Icaro” hispanoárabe: Abbas Ibn Firnás

Siempre escuchamos la leyenda de Ícaro, icono de la mitología griega, es hijo del arquitecto Dédalo, constructor del laberinto de Creta. Sí, el hombre que se vistió de pájaro, que cayó al mar por volar demasiado cerca al sol y derretir sus alas, pero eso fue solamente un mito.

Sin embargo, el mundo occidental ignora totalmente la historia verídica de un hombre audaz que preparó sus vestidos y se hizo a volar, y sobrevivió: ese hombre se llamó Abbas Ibn Firnás.
Según cronistas árabes, en el siglo IX Abul Abás Kasím Ben Firnás, nacido en Ronda ( Málaga) hacia el 800, mandó tejer una gran túnica de seda con unos largueros de madera articulados que se podían mover y abrir de forma similar a unas alas; con ella se lanzó desde Ruzafa y descendió planeando una buena distancia, y sobrevivió para contar su historia y tener testigos en su
proeza.










Figura 1. Dibujo del vuelo de Abbas Ibn Firnás

Abbas Ben Firnás llegó a ser un hombre polifacético de gran cultura y formación científica. Era un gran músico y poeta, dominaba la agricultura, medicina, física, química, magia, tecnología y astrología de su época. Conocedor de su valía el emir Abderramán II, un gran mecenas, se lo llevó como médico de la corte a Córdoba, capital del emirato y centro de la ciencia y la cultura universal durante los siglos IX y X, gracias al emir que atrajo todas las artes y ciencias orientales.

El gran genio, introductor en Al-Andalus de las reglas de prosodia de Jalil cuando descifra su tratado de métrica; conoció las tablas astronómicas del Sind Hind. Fue el primero en utilizar en toda la Península Ibérica en hacer uso de dichas tablas, de origen hindú, y que más tarde resultarían básicas en el desarrollo de la ciencia europea. Introdujo también la técnica para tallar el cristal; descubrió el proceso de fabricación del vidrio, el cual puso en práctica en los hornos de Córdoba.

A Firnás, que fue ingeniero en Florencia, antes de venir a Córdoba, se le debe la realización de un reloj anafórico, de clepsidras de flujo constante y de otros artificios que le permitieron construir una máquina llamada Minqana que señalaba la hora con gran precisión. Una máquina puede tener varias balanzas, cada una responsable de un movimiento determinado, abriendo y cerrando el paso del líquido motor a cada una de ellas, una serie de válvulas. Cuando las máquinas, en vez de ser juguetes, se emplean como relojes, son capaces de dar la hora tanto de día como de noche: estos son los relojes anafóricos. El reloj anafórico es una complicada máquina que utiliza agua como líquido motor, a la que cierran o abren el paso una serie de válvulas y sirve para dar la hora tanto de día como de noche. Las esferas armilares, por su parte, se utilizaban para realizar cálculos y observaciones astronómicas aproximadas, orientando los círculos del instrumento según el plano de los círculos celestes.



Figura 2. El Sind Hind

Además, construyó un "planetario"; donde introdujo la talla del cristal de cuarzo. El "planetario" era una esfera celeste de vidrio, que se fabricó en una habitación de su casa en cuyo interior se encontraban representados el cielo, los astros, las nubes, y todo quedaba ambientado con efectos sonoros y visuales que simulaban los distintos fenómenos atmosféricos: tormentas, aparecían rayos y relámpagos seguidos de truenos que fueron comparados en una sátira de su rival, el poeta Mumin ben Said, con los "cuescos del inventor".

Pero volvamos al “Vuelo de Abbas Ibn Firnás”. Para sus vuelos, realizados entre los años 851 y 853, se hizo un traje de seda, el primero que usó este tejido en España, lo recubrió con plumas y le adosó unas alas articuladas y móviles accionadas por él y hechas también de seda y plumas. Desde los altos del Valle de la Ruzafa de Córdoba se lanzó al aire consiguiendo volar o planear una cierta distancia, pero en el momento de aterrizar "no acertó a maniobrar adecuadamente y cayó con violencia en el suelo, lastimándose el trasero, porque no se había dado cuenta que las aves al posarse, se valen de su cola como equilibrio y él no se había fabricado cola", como dijo Joan Vernet en su libro Lo que Europa debe al Islam de España. Esto le valió otra sátira de su rival Mumin, que escribió:
“¡Quiso aventajar al grifo (animal mitológico mitad águila mitad león) en su vuelo Y sólo llevaba en su cuerpo las plumas de un buitre viejo!”



Figura 3. Estatua de Abbas Ben Firnas en el Aeropuerto de Baghad, Irak

Corregido este defecto, siguió realizando vuelos ante numeroso público e incluso ante la corte Omeya. El eco de este vuelo quedó vivo en las mentes de las gentes durante muchas generaciones y se infiltró en la poesía española del Siglo de Oro.

Para el mundo occidental, apenas se menciona su nombre, pero para el mundo árabe, es un héroe, un pionero. Hasta tal punto es conocido en el mundo árabe que en la avenida que conduce al aeropuerto de Baghdad (Irak) hay una estatua dedicada a Firnás con la siguiente inscripción: "Primer aviador árabe nacido en Al-Andalus", en Libia se le ha conmemorado mediante la emisión de un sello de correos y en su ciudad natal, Ronda, hay un club de ultraligeros que lleva su nombre.


El gran historiador de la ciencia, Georges Sarton, considera Al Andalus como el más importante centro cultural del mundo en la Edad Media. De la dependencia científica que tenían los cristianos y judíos de los musulmanes da cuenta la siguiente advertencia del alfaquí sevillano Ibn Abdun, que dice en el 493 H (1.100 dC) : «No deben venderse a judíos ni a cristianos libros de ciencia, salvo los que tratan de su ley porque después traducen los libros científicos y se los atribuyen a los suyos y a sus obispos, siendo así que se trata de obras musulmanas».
Murió en Córdoba en el 273 H (887 DC) y actualmente podemos ver el puente dedicado a esa gran figura:



Además, aquí os pongo un Podcast especial en lengua española preparado por John Lindhard de la Universidad de Houston sobre Abbas Ben Firnás.

Para concluir, podemos ver que sus proezas son elogiadas en el campo de las ciencias, aunque pocos saben estas cosas. Lo de Icaro fue un mito, pero la proeza de Abbas Ibn Firnás fue un hecho real y ocurrió en esa España del Al Andalus, cuando una Europa vivía en una "edad oscura" la España hispanoárabe iluminaba con su fulgor. Quiso volar como las golondrinas que surcaban los aires entre las grandes mezquitas, y lo logró. Simbólicamente llegó muy alto: hay un cráter en la Luna que lleva su nombre...





Figura 4. Cráter Ibn Firnás (el del centro)
Lat: 6.8°N, Long: 122.3°E, Diam: 89 km, Depth: km, Rükl


2 comentarios:

Unknown dijo...

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Prof. Abenirex dijo...

Los quiero en mi biblioteca personal, estaremos en contacto a la mayor brevedad posible